Una de las cargas emocionales que más daño puede hacernos es la obsesión de tener. Mi trabajo, mi esposo, mi auto, mi casa, mi dinero, mi posición social, mi vida, mi, mi, mi….sabes que cuando tienes apego, en lugar de poseer, eres poseída. Esa obsesión por creer que las cosas te pertenecen, son la causa por la cual muchas no prosperan ni crecen. Todo te es suplido por Dios, pero nada te pertenece…todo es de El, por El y para El. Cuando comprendes este principio comienzas a ganar paz interior. El secreto no consiste en cuánto tienes o no. Se trata de reconocer que Dios tiene recursos ilimitados y lo que te ha dado te lo puede quitar cuando así quiera. Pero siempre será mejor lo que está por delante. Aceptarlo requiere humildad porque en ocasiones nos quitará lo que alimenta el ego o el orgullo. Precisamente porque lo que nos hace daño debemos removerlo. De no hacerlo nosotras solitas, lo hace El. Waoooo….¡¡Cuánto nos ama!!! Determina vivir esta semana sin adueñarte de nada, porque al fin y al cabo, nada es tuyo. Solo ha sido puesto en tus manos para cuidarlo, administrarlo y hacerlo mejor. Y si se tiene que ir, bye bye…de todos modos no te pertenece.